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Descripción:
El enorme tamaño de los ojos del caballo (más grandes incluso que
los de la ballena o del elefante), junto con su colocación a cada
lado de la cabeza; aportan al animal un campo de visión de casi
360º.
Únicamente dos pequeños ángulos muertos le impiden la visión justo
delante y detrás de sí mismo.
Esto es algo que debemos tener muy en cuenta al acercarnos a él
o al montarle, ya que el caballo no podrá distinguir con exactitud
lo que sucede exactamente delante ni detrás de él.
Debemos ser conscientes de que a la hora de saltar un obstáculo,
el caballo lo habrá perdido de su campo de visión en los dos últimos
metros anteriores, por lo tanto lo atraviesa por instinto; sólo
porque ha aprendido a memorizarlo en la fase de aproximación.
Durante la noche la visión del caballo es mucho mejor que la del
hombre, lo que justifica que se mantenga desvelado en la dehesa
y continúe pastando durante la noche.
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